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La Ermita de la Virgen de los Ángeles. (Alhama de Granada)

lunes, 17 de agosto de 2015

Alhama de Granada
En ocasiones hay muchas versiones sobre una misma  leyenda, cada pueblo habla del hecho acaecido dependiendo del origen y fuente de la información, que en la mayoría de las veces se ha difundido de forma oral.
Las historias y leyendas se modifican a gusto del narrador, que una veces  hace hincapié en una parte del relato y otras es el relato en si el que no hay por donde cogerlo, pero no es más cierto que en cada una de ellas existen elementos coincidentes con la  historia.
Esta es una de las leyendas donde los hechos pueden variar según quien la cuente pero existe un elemento en el cual todos coinciden y es,  su propia existencia….una ermita y una piedra.

Era el 2 de agosto de 1500 cuando un caballero viajaba desde Málaga a Alhama de Granada era  un señor de alta alcurnia, según revelaba su rico porte, cabalgaba por la huerta llamada hoy del Cañón, cuando un movimiento producido quizá por algún réptil en los tarajes del camino, espantó al alazán que roto el freno, partió á todo galope, saliéndose  del camino tomó por la derecha y ciego se precipitó sobre el Marchant, el tajo cortado con una altura de más de ochenta metros.
La caída por necesidad era mortal,  el jinete así debió aceptarlo que al volar  por el vacío, dicen que se encomendó á Nuestra Señora cuya solemnidad se celebraba, rogándola porque “al menos le diese tiempo de disponerse como cristiano para morir cual sus mayores.”
La Señora le hubo de oír ya que  el devoto dio un golpe atroz sobre una roca, que hizo trizas el caballo y arrojó al caballero á cien pasos del siniestro, al pié del tajo.
El susto y la contusión le privaron el sentido. Cuando volvió en sí, miró al frente con avidez y vio lo que ninguno antes de él, una imagen de Nuestra Madre en la cavidad de una roca…

Ermita de Nuestra Señora los Ángeles
Puesto de rodillas ante ella, confesó que la vio en su síncope y le dijo que  había escuchado su súplica, que le daba  tres días de vida y  le edificase un altar en aquel sitio sacándola de su antiguo escondrijo.
El pueblo inmenso escuchó absorto el relato del caballero, que se dispuso á morir en tres días, dejando sumas cuantiosas que tenía en Málaga, de donde era, para la edificación de la capilla, encomendando al señor Vicario eclesiástico y al señor Corregidor la ejecución de su última y solemne voluntad.

Finido el plazo, el caballero pasó á mejor vida.

Al año siguiente una función religiosa se celebraba para colocar la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles en su nuevo albergue: al día siguiente se cantó un Réquiem por el alma del ilustre y piadoso viajero y se colocó una cruz en el sitio de la catástrofe que todavía los viajeros saludan al pasar, y se conoce con el nombre de salto del caballo.
Ermita de Nuestra Señora los Ángeles. Interior.
Es costumbre de los caminantes, pararse para elevar una oración en dicha ermita y depositar alguna limosna.